CONTRA LA TEORÍA QUEER
(Desde una perspectiva indígena)
Por: Nxu zänä
(Mujer Luna en lengua indígena hñähñü, México)
En primera instancia deseo aclarar porqué el título especifica “Contra” sabiendo que suena agresivo, no puedo más que decir que el escrito dirá por sí solo que está dirigido a generar una crítica a la teoría queer, pues asumo como varias y varios de sus críticos que en un esfuerzo de generar un discurso y teoría alternativo más bien se convierte en un arma del sistema, de ahí la necesidad de escribir en contra de dicha teoría.
Empezaré por aclarar que soy una mujer indígena que ha tenido la posibilidad de estudiar y leer cosas que una gran mayoría de mis hermanas y hermanos no han podido debido a falta de oportunidades, falta de recursos económicos, en pocas palabras por la opresión de un sistema que nos discrimina, violenta, extermina porque no coincidimos con su forma de concebir el “desarrollo”, el “progreso”, el “trabajo”, el “éxito”, la “explotación de recursos”, así pues nos despojan de nuestras tierras, nuestra voz, nuestras lenguas, nuestras costumbres, nuestras culturas, nuestros entornos ecológicos, nuestros conocimientos para que aprendamos “su” forma de vivir, una forma de vivir que consideran “mejor” a la nuestra, que finalmente es una imposición.
Este escrito surge de la preocupación de observar el avance del mundo globalizado y conocer la teoría queer y el papel que juega en este contexto, por lo tanto mencionaré sólo algunos de los principales supuestos de dicha teoría y el cuestionamiento que le hago al respecto como mujer indígena.
Comenzaré por la autodenominación queer, es sabido que dicha palabra fue usada como un medio de denominar de manera despectiva a homosexuales y lesbianas, siendo que algunos sectores decidieron usarla como una forma de orgullo contra las actitudes homofóbicas de las sociedades anglosajonas, así pues podríamos decir que esto dio el inicio de un movimiento bajo dicha denominación. Por lo que se intenta dar un sentido de rebeldía a la forma de autodenominarse, pues se enfrenta a la sociedad bajo sus mismos términos pero con un aire de orgullo y defensa de su condición despreciada ante los ojos de los “normales”. Bajo dicha apropiación se genera el discurso queer que comienza a cuestionar las identidades y categorías que varios movimientos usamos para la defensa de nuestros derechos, de nuestra forma de vida, de nuestras culturas tales como el género, la clase y la raza argumentando que no debemos usarlas porque finalmente son términos acuñados desde la experiencia histórica y opresiva de un sistema como el patriarcado, el colonialismo, el capitalismo y el racismo.
De manera que deberíamos diluir el ser hombre, el ser mujer, el ser indígena, el ser blanc@, el ser negr@, el ser latin@ o europe@, el ser obrer@, el ser polític@, el ser proletari@ o burgués. En lugar de esto se propone una “hibridación” como una forma de resistencia contra la homogenización globalizante y se enaltece la individualidad con las múltiples variables y diferencias que implica donde la afinidad de intereses sustituya a la identidad.
Al respecto surgen las siguientes preguntas si ell@s marcaron el derecho de autodenominarse queer como una forma de respuesta a la homofobia del sistema ¿por qué a mí y a los pueblos indígenas ha de negársenos la posibilidad de autodenominarnos indígenas? Si finalmente el término “indígena” fue acuñado dentro de un sistema de opresión para diferenciar al hombre blanco europeo civilizado de nosotras y nosotros (situación similar a la apropiación del término queer), por lo tanto tengo y asumo el derecho de retomar la categoría para autodenominarme frente al sistema que intenta dominarme y que es racista, finalmente su acción es equivalente a la nuestra puesto que la palabra queer también deviene de un sistema homofóbico y se inserta su acción en dicho sistema.
Por otra parte, intentar proponer una “hibridación” con la desaparición de las identidades so pretexto de ir en contra de las tendencias homogenizadoras ¿acaso no implica en el fondo lo mismo? La identidad es un proceso dinámico, histórico, cambiante no es lo mismo ser indígena en el siglo XVI en plena invasión europea que serlo en el siglo XXI en plena globalización dentro de un sistema capitalista; nuestras culturas y nuestros pueblos han tenido que aprender a sobrevivir dentro de estos sistemas y generar formas de resistencia contra las tendencias homogenizadoras que pretenden desaparecer las formas sociohistóricas y culturales que subsisten pese a los embates del capitalismo.
Asimismo la identidad a diferencia de lo que los queer piensan no sólo implica un ámbito de la vida, pues el ser indígena no representa sólo un aspecto de mi vida, representa mi vida, nuestra vida: la forma de vivir y concebir a la vida, la historia de mi pueblo, nuestra cultura, nuestra relación con el entorno en que vivimos y nos desarrollamos, con la madre tierra, la forma de relacionarnos entre nosotras y
nosotros mismos.
Creo que esta gran confusión sobre la identidad surge porque su lucha la enfocan a un solo ámbito: la sexualidad en lo individual; y porque su lucha se ejerce contra los movimientos feministas, homosexuales y lésbicos creyendo que estos sólo se enfocan en el género y la sexualidad; sin ver más allá y entender que en sus inicios estos movimientos tenían un trasfondo político, económico, social y no sólo como hoy se ve: sexo y sexualidad, preferencias, orientaciones, derecho al placer, siendo que esto sólo es una deformación de los movimientos dada por el sistema y los discursos médicos y comercializadores del cuerpo, del sexo y la sexualidad.
La teoría queer pretende que la afinidad sea un medio de lucha por medio de las diferencias de cada individualidad, así pues pueden existir tendencias queer como tantos queer existen (lo cual es un derechos), pero esto es una falacia pues más bien elimina la posibilidad de la organización colectiva.
Otra situación cuestionable es el hecho de pretender eliminar el ser hombre o mujer, yo soy y me identifico como mujer, si bien no estoy de acuerdo con muchas cosas que me enseñaron sobre el ser mujer tanto en mi cultura de origen como en la sociedad occidental (como el hecho de que tenía que ser madre porque de no hacerlo no me realizaba como mujer, el hecho de imponerme que debía casarme, de que no podía disponer de mi cuerpo, no tener acceso al placer, o que no podía ser independiente sino depender del que fuera mi marido, de que debía dedicarme al hogar, hoy día me permiten trabajar pero además debo cumplir con las labores del hogar por ser mujer, o incluso decirme que debo sentirme atraída por los hombres por que si siento atracción afectiva o erótica por otras mujeres no se considera normal); es decir me impusieron una serie de disposiciones que debía cumplir por el hecho de ser mujer y de no hacerlo sería juzgada, castigada, marginada, estigmatizada y hasta violentada, con esto no estoy de acuerdo pero jamás negaría la realidad de mi cuerpo y lo que conlleva en mi grupo, historia, vida personal y colectiva, porque desecharlo implica negar una realidad y mi experiencia al respecto tratando de abandonarme en una mentira.
Es innegable la realidad biológica aquel que nace macho como todo animal tiene cierto tipo de corporeidad y atributos fisiológicos que son diferentes a las que nacemos hembras, ellos tienen fuerza por su volumen muscular y genitales externos, nosotras tenemos genitales internos y damos a luz por poner el ejemplo más sencillo, si bien esta diferenciación biológica generó una construcción social y cultural de género y sobre todo una división sexual del trabajo (que de fondo ha sido injusta), por otra parte no puedo negar que tenemos biologías y aspectos diferentes lo que no justifica la injusticia y violencia de que somos sujetas las mujeres.
Y yo preguntaría a la teoría queer y aquellos que la sustentan ¿el hecho de eliminar las categorías de hombre y mujer elimina la injusticia en la realidad social? Dudo mucho que eliminar dichas categorías cambien el sistema, porque más bien tendríamos que modificar todo el sistema (cosa de la que no hablan los queer e implicaría una organización colectiva importante) para eliminar la injusticia y violencia que por sexo se ejerce hacia la mujer, eliminar los términos no cambia la realidad de los hechos, ¿acaso por dejar de sentirme mujer no seré violentada, golpeada, secuestrada, violada o explotada sexualmente? y me dirán que eso es sólo un comienzo para reconceptualizarnos, para comenzar a cambiar pero entonces ¿de qué manera haremos el cambio si de principio no reconocemos nuestras diferencias sustanciales que generan injusticia y violencia?
Les pregunto ¿Cómo pretenden cambiar la realidad si pretenden vivir al margen de ella aun dentro de ella? Decirse queer para no reconocerse hombre o mujer, homosexual o lesbiana, indígena o blanca, obrera o política, etcétera no cambia las relaciones sociales en las que se desenvuelven, sólo modifica su propia subjetividad y creo que en lo individual empieza el cambio, más no es el cambio ni conlleva acciones políticas y/o sociales efectivas para un cambio real, sólo se convierte en la creación de un mundo aparte acomodado, finalmente, dentro del mismo sistema que se pretende criticar.
En cuanto a la sexualidad si el sujeto se define por sus prácticas sexuales que configuran a sexualidades no “normativas” entonces como dice la teoría queer lo principal se centra en el juego y el placer eróticos, en ese sentido es que enaltecen la existencia de otras sexualidades diferentes a la heterosexual y aquellas que consideran como “liberadoras” de ahí que hagan tanto énfasis en la bisexualidad, el sadomasoquismo, la “reinvención de la pornografía” porque consideran que son transgresiones dando un protagonismo a la sexualidad como nunca antes se había visto ¿Acaso el sistema en sí no le ha otorgado ya dicho protagonismo a la sexualidad? ¿No sería en ese sentido que más bien van con la dinámica del sistema? Entonces para ustedes la revolución comienza en las prácticas sexuales, nuevamente en lo individual y privado, en las formas de obtener placer ¿por qué enaltecer el uso del dildo, de le penetración anal, de las prácticas sadomasoquistas? ¿sólo porque van en contra de las prácticas tradicionales de la heterosexualidad? Si es así yo diría que más bien son un sector contestatario no una revolución, ya que finalmente la sexualidad sigue siendo (como menciona un autor catalán Oscar Guasch en su libro de la crisis de la heterosexualidad) coitocéntrica (aunque el coito sea oral, vaginal, anal, con los senos, en las nalgas, etcétera) falocéntrica (porque el uso del dildo finalmente es un símbolo del falo y quiere decir que si no lo tengo de todos modos necesito uno porque de lo contrario no está completo el acto sexual) lo que implica que siga centrado en los atributos del hombre y que tiene como obligación el orgasmo (porque de lo contrario no estoy sana o sano). ¿Qué de revolucionario tiene eso? ¿Cuál es el cambio? Sólo es una diversificación mercantilizada de la sexualidad por lo tanto es y está dentro del sistema no fuera de él como se quiere creer y cómo nos quieren hacer creer.
Si la teoría queer y sus seguidores pretenden que me deshaga de mi identidad como indígena y como mujer puedo con toda razón decirles: ustedes son un arma del sistema, una corriente ideológica que promueve la globalización, la herramienta de la homogenización pues como menciona Susana López los queer cumplen la función final de penetrar los cuerpos marginados hasta: “legitimarlos y anexarlos a las mismas instituciones que forman los pilares del dispositivo de sexualidad. Para los queer la vida personal está sexualizada, y también lo está la política y la economía, y ellos no la desexualizan, sino que proponen otra alternativa sexualizada a lo que ya existe. No se produce por lo tanto, una ruptura real, sino que esa alternativa se incorpora a la scientia sexualis…”
Si consideran que “lo personal es político” y que por tanto traer la sexualidad al espacio público para reivindicar a las sexualidades marginadas y conseguir la emancipación y subvertir la cultura me parece que ello es erróneo porque de fondo consideran que practicar el sexo (entendido como prácticas sexuales) es practicar política y que en consecuencia cada vez que ejercen prácticas no normativas están haciendo una subversión del sistema como forma de resistencia que llevaría al cambio social, la pregunta sería ¿cómo hacer un cambio colectivo cuando su ideología y prácticas sólo competen al ámbito privado estrictamente: al deseo, al placer individual?
Si no existe identidad y el movimiento se basa en el deseo y placer individual ¿la lucha se constituye con la afinidad de prácticas sexuales privadas diferenciales sólo por ir en contra del sistema normativo? ¿cómo puede esto ser un cambio social real y de fondo? ¿cómo se pretende vincular a los “individuos” para generar estrategias de cambio reales?
Finalmente otro problema grave que considero es que jamás se retoma para el análisis el contexto histórico, político, social, económico, cultural actual porque lo queer se queda en la subjetividad de cada individuo y su lucha personal en el ejercicio del deseo y del placer en afinidad con otros individuos que no comparten identidades, sólo la afinidad de prácticas sexuales no normativas; por tanto consideran que la organización colectiva es imposible y sin sentido, sólo se pretende reivindicar derechos individuales no colectivos y es aquí donde nuevamente afirmo que esta postura es un fiel reflejo del neoliberalismo y su antecedente el liberalismo en la búsqueda y enaltecimiento del individuo por encima de las colectividades, asimismo conduce a la fragmentación y el rompimiento de las resistencias y movimientos pues las identidades implican el reconocimiento de las comunidades, atacar por tanto a las identidades genera el ataque a las comunidades, a la organización, a los movimientos, a las luchas sociopolíticoeconómicas y culturales, a las luchas históricas.
Así pues, la generación de la teoría queer contribuye a la generación de un saber que forma parte de los juegos de poder del sistema en el rompimiento de las comunidades e identidades. En contra de las mujeres, las y los indígenas del mundo, las y los obreros, las y los campesinos, las lesbianas, los homosexuales, las feministas, los sindicatos, en fin la teoría queer se convierte en el arma ideológica neoliberal perfecta basada en la individualidad y el placer promoviendo además una forma mercantilizada de la sexualidad que resulta opresiva, nuevamente, para la mujer, las y los niños, las y los adolescentes, facilitando el camino para una nueva opresión y explotación de los sexos y géneros. Y de paso servir como forma de desarticulación, desprecio y estigmatización de los movimientos de todo tipo, en especial contra nosotros: las y los indígenas.
Por eso como mujer e indígena escribo CONTRA la teoría queer con la esperanza de que quien lea esto reflexione y haga una crítica severa de esta teoría y sus postulados, con la esperanza de que quien se autodenomine queer haga una autocrítica al respecto.
7 comentarios:
Hola Mallory! Pues me ha gustado mucho tu artículo! Me has dejado pensando mucho en el tema de que el queer no pretende la emancipación colectiva sino individual... en esto no estoy de acuerdo porque creo que el queer es muy útil como herramienta de análisis de las ciencias sociales, pero no hay que olvidar que nació en la calle, como movimiento que reivindicaba a la gente de las periferias del sistema, todos aquellos invisibles, innombrables, incurables.
Después el queer llegó a las universidades y los congresos, y de alguna forma, al insertarse en el sistema tradicional, se inserta también en los códigos de las jerarquías y sigue razonando, sin poder evitarlo, con el pensamiento binario. No es infrecuente escuchar a las queer hablar sobre los enemigos colonizadores, especialmente españoles y gringos, aunque las teóricas estrella más famosas son precisamente las gringas, que nos vienen a hablar de mujeres indígenas. Lo lógico sería que se les pagase el avion, el hotel y la charla a mujeres indígenas para hablarnos de ellas mismas, pero no: sigue habiendo autoras estrella, medianas y pequeñas queers.
Yo soy de las que defienden el queer para la inclusión de todas las luchas en una. Creo que si seguimos divididos/as en pequeñas luchas y cada uno defendiendo sus intereses, no vamos a poder transformar la sociedad. Por un lado las mujeres feministas, por otro lado los hombres gays, por otro lado las luchas ecologistas, el gremio de maestros/as, por otro lado los comunistas, y por otro las trabajadoras del sexo... yo abogo por la unión de todas estas luchas, la solidaridad de los heteros con las luchas gays, la solidaridad de las lesbianas con las bisexuales, las cisexuales con las transexuales, las afordescendientes con las indígenas, los nacionales con los inmigrantes... sobre todo ahora que ya hemos descubierto que todos sufrimos la opresión colonizadora de patriarcado y el capitalismo en nuestras mentes, en nuestros cuerpos, en nuestra vida cotidiana. Y si no, pregunten a los estadounidenses que rebuscan en las basuras de uno de los países más ricos del mundo. La descolonización entonces ha de ser un proceso de liberación de las estructuras, un proceso del que podamos disfrutar todos para independizarnos de los gobiernos y de las multinacionales. Es injusto pensar, por ejemplo, que los israelíes son todos unos genocidas: hay mucha gente ne Israel luchando por la paz con los palestinos. O que los gringos son todos racistas de ultraderecha; la diversidad en ese país es tal que hay gringos pakistaníes, salvadoreños, chinos, colombianos e hindúes.
Yo no creo en las esencias de las culturas, y en eso quizás chocamos. Yo no siento arraigo a ninguna patria porque nací en una gran metrópolis multicultural; me siento ciudadana del mundo y me solidarizo con las luchas de toda la clase obrera de la Tierra, y de todos los humanos que sufren este sistema desigual, injusto y cruel.
Mi contexto de mujer española emigrante me determina, obviamente, mi visión del mundo. Si bien también me identifico como mujer, creo que en general mis etiquetas me definen y me oprimen, por eso reniego de ellas. Por ejemplo, que se me considere blanca, que se me considere española, que se me considere de clase baja, que se me considere extranjera... por mucho que yo reniegue de mi nacionalidad y demás, estoy oprimida por el género que me han asignado, por la clase social a la que pertenezco, etc. En algunos casos me da ventajas y en otros desventajas, y yo no quiero que se me trate de forma distinta ni que se me discrimine.
Por eso yo reniego de las etiquetas. Prefiero sentirme hermana tuya que diferente a ti.
Prefiero sentirme más parecida a la gente que diferente. Ser mujer es una categoría de lucha, pero pienso en la cantidad de hombres feministas que hay en el mundo... no somos las únicas que luchamos por los derechos de las mujeres. Y no debemos excluir a nadie de estas luchas, porque creo que lo importante es sumar, no insistir en lo que nos separa o construir enemigos. Hay que derribar sistemas de opresión, no ir contra las personas pensando que son las culpables de nuestros males.
Quería darte las gracias por este texto tan trabajado, y por fomentar el debate en torno a estos temas. Es fundamental deconstruir, analizar y hacer auto crítica en todos los movimientos sociales y políticos, y hablar en los foros para intercambiar visiones sobre la realidad que nos rodea y las formas en que podemos transformar el mundo uniendo sinergias. Para mí la única bandera que ha de unirnos a todos es la de la lucha por los derechos humanos, los derechos de la Madre Tierra y todos sus seres vivos.
Y ahí estamos todas y todos... ojalá algún día podamos extender las redes de solidaridad a toda la gente que lucha por un mundo mejor.
Abrazos enormes desde Costa Rica
Coral
Nxu, me gusta tu crítica, también hago una crítica a la teoría queer como una propuesta colonialita, aunque mi perspectiva de la sexualidad no es individualista, sino como un dspositivo de control político desde lo individual. Te comparto el link http://normamogrovejo.blogspot.mx/2012/11/lo-queer-en-america-latina.html
Creo que lo que escribes, compañera, me da para mucho qué pensar(nos/me) y mucho qué decir(me).
Y lo que también dice Coral, a quien me encanta leer siempre, también. No creo tener más que mi mirada, que puede interlocutar y ser otra pieza del rompecabezas, pero nunca refutar sus vivencias o miradas.
Recuerdo mi primer acercamiento con la teoría queer a través de una copia del manifiesto contrasexual que apareció en mi casa, hace muchos años. Realmente me sentía convocada, un tanto deslumbrada, en un tiempo que hacía mis primeras incursiones en el activismo desde la Educación Integral para las Sexualidades y las disidencias sexuales. He (re)pensado muchas veces sobre ello, he sido groupie de Preciado, he caído en cuenta de desde donde partía mi "ser groupie" y traté también de repensar ello: ¿Desde dónde y hacia dónde, mi mirada? Ahora apenas trato de acomodar sumando eso de “lo cuir”. Y de los (trans)feminismos. Y además, tratando de hilar fino gracias a Julieta Paredes, y aún allí, a de alguna forma disentir, y se me acumulan más voces para mi luminosas, como Gargallo y muy recientemente, Walsh. De allí, de lo que no sé si llegaré a acomodar(me) dentro, ni entender del todo, este revoltijo desordenado de comentarios que se me asoman:
Lo que yo entiendo por “torcer” desde la(s) teoría(s), va con la idea de dinamitar, que no desaparecer (¿de verdad se podría desaparecer “lo mujer” o “lo hombre”? O.o) la categoría género, y en ello la diferencia de las palabras: el incluso hablar de los géneros (y no quedarnos en dos, o en "su complementareidad", que es lo que justifica sobre todo las violencias a cualquiera que se salga un poquito de las rígidas cajitas que aún en muchos contextos se conservan sobre ello) y poder a partir de ello, reconocer los fragmentos, el derecho de ser de cada fragmento, pero que ello no implique que cada fragmento identitario se pierda en la bruma y que por ello, sea imposible de articular-se con los propios otros fragmentos en un* mism* y con los fragmentos de l*s demás.
Que nombrarse "mujer indígena", entre muchas personas y grupos de mujeres, de indígenas, y de mujeres indígenas, es en sí mismo proponer una identidad política que nada ni nadie tiene derecho de impedir que sea nombrada, y que también se re/de/construye, y sí, creo que ello puede hacerse en colectivo y sumando a otras colectividades.
A mi siempre me hace ruido la binarización basada en los cuerpos, que a veces se usa para simplificar las diferencias construidas (generalmente como inequidades) a partir del di(¡di?)morfismo sexual humano. La realidad es mucho más compleja que pene como sinónimo de hombre o vulva como sinónimo de mujer (Por ello me hacer ruido entonces un rotundo "Es innegable la realidad biológica aquel que nace macho como todo animal tiene cierto tipo de corporeidad y atributos fisiológicos que son diferentes a las que nacemos hembras, ellos tienen fuerza por su volumen muscular y genitales externos, nosotras tenemos genitales internos y damos a luz por poner el ejemplo más sencillo, {…} no puedo negar que tenemos biologías y aspectos diferentes lo que no justifica la injusticia y violencia de que somos sujetas las mujeres."). Es que justo pienso que de eso se trata: hay más colores. Porque justo parte del reconocimiento de las múltiples posibilidades implica que hay otr*s: mujeres con pene, hombres con vulva, transgéneros/as/*s con cromosomas xx, hombres con pene y que son travestis y heterosexuales y poliamorosos y que no quieren penetrar. Y hay estados intersexuados que pueden identificarse como mujeres, como hombres, como ambos, como ninguno, como otras posibilidades (y me parece, carajo, incluso innombrables) que probablemente desde el mirar occidental y/o judeocristiano y/o de arriba no alcancen a verse ni hay categoría suficiente para querer entender (esa mirada que ve a una persona muxe y piensa: -ah, es un hombre travesti gay. O una mujer transexual heterosexual).
... También entiendo “la identidad” como construcción de las múltiples identidades posibles, propias, colectivas o disgregadas, y nunca como algo inacabado. Y por eso, en tanto en el "ser mujer", "ser indígena", "ser obrera" también se siembran y germinan devenires, en/de cada una se nombran “vidas, formas de vivir, historias de los pueblos”, como mencionas, Nxu zänä. Definitivamente, lo que aún no ha cambiado son las violencias, peor si se combinan. Por ello, no, tampoco creo que deban de dejarse de nombrar y denunciar esas, las, diferencias. Yo, pudiendo hablar sólo por mi, desde mi “ser mujer”, y “ser feminista”, “ser vegetariana”, “ser apartidista”, “ser atea”, y varios etc. que no sólo me he construido yo, sino que no pueden omitir el cómo soy mirada desde afuera, anhelo para que no exista violencia entre los géneros (o que la categoría de género en sí misma no sea violencia, privilegio o prohibición) tal como anhelo la paz mundial. No creo que pueda mirarlo con mis propios ojos ni en esta ni en mi siguientes seis vidas.
Pero para el mundo, y en este caso, específicamente sí lo acoto para las sexualidades, pienso (y es mi bandera de trabajo y de búsqueda de -utópica- congruencia, y así tejo mis redes) que no nos alcanza con acomodar en blanco o negro, porque de allí se pasa muy fácilmente al natural/antinatural, normal/anormal, afavor/encontra (juntopegado con bueno/malo). Y probablemente algunas sexualidades lo sean (¿puedan mirarse cómo?), pero hay otros colores. Y para cada color, gradaciones. Y creo que no son, no deben ser invisibles.
Y en tanto la(s) sexualidad(es) no deje(n) de ser sinónimo de prácticas sexuales (aún más, “para la” o incluso, “para evitar la” reproducción) , Y las prácticas sexuales no dejen de ser sinónimo de penetración(es), como lo que leo en este artículo que se critica pero a la vez se reitera, creo que sí se puede plantear que desgenitalizar/debiologizar (incluso, despatologizar, desnaturalizar) el concepto de sexualidad implica que hay tantas sexualidades como personas existen en el mundo. Y que en cada una, hay procesos, exploraciones y aprendizajes en construcción toda la vida. Y que ello no significa que no haya articulación posible, luchas en común o compartidas desde otras categorías/colocaciones personales o colectivas. Cliché, pero además creo que otras sexualidades (y mundos que contengan otras sexualidades) son posibles. Un abrazo sororal para ustedes.
La morra habla sobre la teoría queer y no hay una sola teoría queer, hay teóricxs, que en torno a romper con el binomio sexo genérico han producido diversas teorías. Por tanto hay muchas teorías en torno a esto, la mayoría lo plantea a partir de la disidencia sexual.
La crítica que hace con respecto a que se trata de disolver las etiquetas la he escuchado varias veces, sin embargo y hasta lo que yo conozco en la teoría queer no se plantea esto, sino la movilidad de las etiquetas, el no aceptar la imposición de las etiquetas, sino que nos podamos asumir en el momento que queramos lo que queramos, así yo me puedo asumir hombre, o mujer transexual, o indígena mestiza por venir de una mezcla de razas, etc. Va por el lado de no cargar con el peso que el sistema le pone a categorías para señalarnos, sino poder nosotros tomar o asumir las que nos vengan en gana por creencias ideológicas, o por sentido de pertenencia a grupos con los que nos identifiquemos.
Tampoco creo que con esto la identidad quede substituida, más bien creo que son nuevas formas de subjetivarnos, y creamos nuevas identidades. (o las mismas, pero asumidas por que lo queremos y con orgullo, no por que me lo impone un sistema)
Desde esta perspectiva, nadie le quita el derecho de autonombrarse indígena, por el contrario, se le aplaude y justo es lo que plantea la teoría de Judith Butler, reapropiarse de un insulto, para hacer un movimiento performatico a partir de la nominación, fue justo lo que hicimos acá con el colectivo 'Pueblo Bicicletero' cuando decidimos ponerle ese nombre.
Entre lxs teóricxs queer con quienes he convivido, nunca he escuchado que planteen que se asuma lo queer como una identidad, sino que al momento en que uno se construye una o varias identidades, fuera del sistema capitalista y heteronormativo (tenga el nombre que se quiera, transexual, negra, chicana, sudaca, punk, indígena, machorra, anarka, etc) entran dentro de lo que en la teoría queer vendría siendo el dispositivo por medio del cual se puede dinamitar el binomio sexogenérico que domina.
Tampoco se propone eliminar a la mujer. Con dinamitar el binomio se refieren a: primero, empezar darle lugar a los otros sexos que existen y que la ciencia medica se ha encargado de eliminar por muchos años (ahora llamados intersexuales). segundo, que el estado y el sistema oficialmente deje de tener el control sobre muchos asuntos legales basados en esa división entre hombre y mujer. (por que además siendo un sistema heteropatriarcal, siempre el privilegio en todos los sentidos es para los hombres, y ni hablar de las posibilidades que dentro del sistema tienen intersexuales y transexuales, quienes no tienen acceso a un trabajo cotidiano, por no verse como sus documentos oficiales dicen que son)
Por tanto, creo que la interpretación que ella esta dando es muy errada, por lo menos de lo que yo he encontrado en la teoría queer. No tengo idea cuales sean sus fuentes, ni de donde asume que las posturas que dicha teoría plantea sean desde donde ella las analiza.
La teoría queer que a mi me interesa, es una muy antisistémica, que no tiene nada que ver con lo que la morra está planteando.
"No basta con articular de manera mecánica y explícita el feminismo y el antirracismo para liberar a las mujeres. Hay que adaptar su política a las coacciones que padecen las mujeres. Es por eso que es necesario afirmar primero el antirracismo contra el enemigo principal blanco (pues es una cuestión tanto consensual como compartida) y poner en práctica estrategias propias al interior de las comunidades dominadas racialmente para salvar la coexistencia comunitaria y preservar las libertades individuales, es decir, jugar con los equilibrios e integrar en ellos la jerarquía entre enemigo principal y enemigo secundario.
Así, no pregono la interseccionalidad militante en el sentido de que habría que librar batallas simultáneas con tres o cuatro enemigos principales dada la irreductibilidad de las diferentes opresiones y su simultaneidad. Pregono el derecho a definir la propia agenda, las propias prioridades. Quizá esas prioridades se decidirán sin los hombres, quizá con ellos, quizá en ruptura, tal vez como negociación. Lo que cuenta no son las palabras “feminismo”, “antisexismo”, “dominación masculina”, “patriarcado”. Lo que cuenta es el resultado y los medios que se dan a sí mismas las mujeres indígenas atrapadas entre dos patriarcados. Se debe respetar este proceder aun cuando parezca contradictorio con el interés propio como mujeres, pues no hay nada peor que la mirada despectiva de aquellas y aquellos que subestiman la dificultad en la que se desarrollan quienes viven en contextos en los que las opresiones son múltiples.
Lo que digo de las mujeres resulta casi idéntico si se aplica a los homosexuales musulmanes y negros que viven en los barrios populares. La mayor parte de ellos eligen conscientemente la invisibilidad pues el “coming out” puede tener consecuencias dramáticas."
http://indigenes-republique.fr/raza-clase-y-genero-la-interseccionalidad-entre-la-realidad-social-y-los-limites-politicos/
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