23 julio 2007

Despacho de Prensa

Javier Corral Jurado
www.javiercorral.org

21 de julio de 2007.

Despacho de Prensa

- Manipulador, como es su especialidad, López Doriga el ejecutor de la andanada.

* Televisa cobra venganza a Santiago Creel; campaña para denostarlo.

- Le niegan derecho de réplica, tras ataques y descalificaciones contra el legislador..

A través de Joaquín López Doriga, su fiel brazo ejecutor para la manipulación y la mentira, Televisa la emprendió en contra del Senador Santiago Creel, y le lanzó una campaña de ataques y descalificaciones, negándole su derecho de réplica.

La operación antiCreel está basada en descontextualizar sus declaraciones, distorsionar hechos y ridiculizarlo en el segmento conocido como “las mangas del chaleco”, en el que Televisa llegó lejos en la edición de este viernes: sacó expresiones de la actriz Edith González en el programa bailando por un sueño, parodiando una réplica por ella misma al legislador.

Ya desde hacía tres semanas, el Noticiero de López Dóriga venía dedicándole algunas ridiculizaciones menores. Sin embargo el jueves 19 de julio pasado, no se aguantaron y la emprendieron de manera directa contra Creel, a propósito del caso Zhenlin Ye Gon, el chino naturalizado mexicano que se encuentra prófugo de la justicia.

López Doriga inventó la versión de que Creel se deslindaba del caso y aseguró que el Senador panista “deslizó la responsabilidad a Derbez”, lo que nunca se escucha en las declaraciones. Luego, buscaron a uno de los operadores de Televisa en el Senado, a Federico Doring - “fiel soldado de cualquier guerra sucia”, como lo describiera su correligionario Javier Corral -, y éste se lanzó contra Creel para que la empresa de Azcarraga tuviera un asidero critico en contra del nuevo blanco de sus represalias.

En efecto, Doring, escogido por la empresa para dar respuesta a las declaraciones de Creel, dio el material necesario y suficiente para el golpeteo, pues dijo: "a mi me parece muy desafortunado el intento de deslinde porque el responsable de todas las materias migratorias era el secretario de Gobernación, Santiago Creel. Yo creo que citando al propio Santiago, debería asumir como hombrecito, que el encargado de la política interior y responsable de todos los actos del Instituto Nacional de Migración en el gobierno anterior fue Santiago Creel..."

Ante esta declaración , el senador panista Santiago Creel de inmediato se comunicó al noticiero de Televisa para exigir su derecho de réplica, lo que no se le permitió, según explicó López Dóriga al día siguiente “porque es un programa que ya está hecho... estructurado, medido al segundo”. En su programa vespertino de Radio Fórmula del viernes 20 de julio, López Dóriga aseguró que Creel: “quiso entrar a fuerza en el Noticiero, en vivo, sí autoritario que es”, sin embargo tuvo el buen cuidado de omitir que en el Noticiero aseguró haber buscado a Creel y no haberlo localizado. Dijo textualmente el conductor: “Esta noche busqué al senador Creel, para una reacción y no lo localicé, no lo encontré. No respondió”. Evidentemene se trataba de una mentira, pues el mismísimo Creel estaba en la línea telefónica esperando responder al momento.

Poco sofisticada, como acostumbra, Televisa dedicó gran parte de su noticiero estelar de este viernes a descalificar al coordinador de los senadores del PAN. Prácticamente se burló de la carta que éste envió a Emilio Azacarraga Jean, Presidente del Consorcio Televisivo, para dar respuesta al manejo informativo y sólo leyó un párrafo.

La empresa Televisora, que resultó ampliamente beneficiada bajo la gestión de Santiago Creel como secretario de gobernación, le cobra ahora represalia por la actitud crítica que ha asumido el coordinador de los senadores panistas en torno a la conocida Ley Televisa, y la defensa que ha adoptado de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que la declaró inconstitucional en sus principales artículos. Además de que impulsó la creación de un grupo de trabajo en el senado que corrija esa ley, y dote al país de un nuevo marco normativo en ese sector que entre otras cosas abra la competencia en la televisión, hoy concentrada en dos familias.

Todo ello ha causado la ira en Televisa, y una declaración rompió la otrora magnifica relación entre la empresa y el hoy senador Creel, cuando unas semanas antes de que la Corte resolviera la acción de inconstitucionalidad, éste reconociera sin ambages que el proceso de aprobación de dicha legislación “fue una imposición, y no una negociación”.

El manejo de la empresa en el Noticiero de López Doriga, pone de manifiesto el abuso y la prepotencia con la que Televisa actúa en contra de quienes se atreven a diferir de sus prácticas monópolicas y sus propósitos de dominio y concentración del mercado televisivo, no importa que se trate incluso de quienes en el pasado les confirieron enormes privilegios y canonjías indebidas.

Revisar este manejo informativo es importante no sólo para documentar la manipulación, sino esencialmente para identificar la prepotencia e impunidad con que se conducen, las mentiras de que son capaces, todo ello, prueba indiscutible de la necesidad de una reforma que otorgue a los ciudadanos un verdadero derecho de réplica frente al abuso de este poder.

Porque es importante conocer el texto completo de la carta que Creel envió a Emilio Azcarraga, la reproducimos íntegramente.

Ciudad de México, a 19 de Julio de 2007 Señor Emilio Azcárraga Jean Presidente del Grupo Televisa P r e s e n t e. Anoche, en “El Noticiero” de Joaquín López-Dóriga, se difundió una nota en la cual se hicieron aseveraciones sobre mi persona que merecían una réplica de mi parte. Desde los primeros minutos del programa, intenté que Televisa me concediera ese derecho. No lo hizo y, además, López-Dóriga incurrió en una afirmación falsa, consistente en que me había buscado previamente para que yo comentara sobre el asunto. No puedo descontextualizar la actitud de Televisa de las declaraciones que usted, Sr. Azcárraga, hizo recientemente en Guadalajara, donde señaló que existían “casos de candidatos y precandidatos que ni siquiera llegaron a ser candidatos y que hoy no ven cuáles fueron sus errores, sino que se van por la fácil que es culpar a Televisa de sus fracasos”. Un medio nacional recogió su comentario y lo publicó como un mensaje hacia mi persona. El saco no me queda, aunque no dejo de pensar que “Las Mangas del Chaleco” primero y, ahora, “El Noticiero” me lo intentan poner a fuerza. Para que no quede duda sobre el asunto de mi precampaña, debe saber que el día que concluyó, expresé públicamente que el único responsable de los resultados de ese proceso era yo. Así lo reiteré en múltiples ocasiones cuando concedí entrevistas a los medios de comunicación. Echar culpas a otros para evadir responsabilidades propias no va conmigo. Aprovecho para decirle que ayer, cuando se me negó el derecho de réplica, iba precisamente a señalar cuáles son las responsabilidades de la Secretaría de Gobernación en la expedición de la carta de naturalización, hoy objeto de controversia. Nunca me he deslindado. Desde el primer momento he pedido que se investigue a fondo, eso sí, a cada quien de acuerdo a la competencia y responsabilidad que tuvo.

Siempre asumo la responsabilidad que me corresponde. Por ello, cuando hice los señalamientos sobre la reforma de medios, inicié con una autocrítica. No le demos vueltas al asunto. Su molestia, Sr. Azcárraga, no tiene que ver con algo que nunca expresé sobre mi precampaña, sino con mi posición crítica en torno a las reformas a las leyes de medios. Contrario a lo que han sostenido algunas personas, pienso que la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es, de ninguna manera, un retroceso; tampoco resulta en un posible ejercicio arbitrario del poder y, mucho menos, representa el fin de la televisión o de la radio comercial, como en el extremo se ha dicho. Entiendo la decisión de la Corte como una gran oportunidad para hacer transformaciones de fondo: un cambio que corrija errores, que modernice leyes obsoletas, que aproveche el avance tecnológico, que fortalezca la competencia, que consolide a un órgano regulador autónomo, que permita a la industria mexicana sortear exitosamente los desafíos de un mundo global, pero, sobre todo, que garantice que los medios cumplan con su función social y que estén a la altura del México democrático que hemos construido. Finalmente, le reitero mi absoluto respeto a la libertad de expresión y, por eso también exijo la misma libertad para poder legislar, particularmente en materia de medios. Atentamente, Senador Santiago Creel Miranda

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Ricardo Alemán, del diario El Universal






Itinerario Político
Ricardo Alemán
11 de noviembre de 2007

Pretende el PRD que el Presidente sea el verdugo de “la pareja”

El circo de la venganza política, por encima de culpas reales

Está claro para todo aquel que quiera verlo, que el de Vicente Fox se quedó muy lejos del prometido “gobierno del cambio”, y del “gobierno honesto” que muchos soñaron. Están a la vista de todos evidencias de las pillerías y excesos —menores o mayores—, que habrían cometido el propio mandatario, su esposa, la ambiciosa parentela de ambos y, en extenso, la claque de la otrora “pareja presidencial”.

Por eso son muchos los que por decepción, enojo o hasta por un claro sentimiento de venganza —porque Fox es el símbolo del poder que le robó la Presidencia a la izquierda—, quieren ver a los Fox-Sahagún quemados en leña verde; son muchos los desmemoriados que les asignan el papel de modernos “villanos favoritos”, y no faltan quienes los colocan como “los más grandes ladrones de la historia política mexicana”. Ya en el extremo, los apellidos Fox y Sahagún quieren ser vistos como eficaces sinónimos de la corrupción pública y de todas las maldades del poder.

Y pudieran tener razón todos los que con argumentos o sin ellos cuestionan a la otrora “pareja presidencial”, porque en efecto, la dupla que formaron Vicente y Marta terminó por convertirse no sólo en el peor de los gobiernos en muchas décadas, sino que ese gobierno también es la mejor muestra del fracaso ciudadano —en colectivo—, en la primera experiencia democrática que vivimos en muchas décadas. Como sociedad y como votantes sólo fuimos capaces de cambiar al corrupto PRI por un político como Vicente Fox, que a pesar de su pequeñez intelectual enamoró incluso a una buena parte de los intelectuales mexicanos, aquellos que promovieron el voto útil a favor del “grandote de Guanajuato”.

Y hoy muchos se justifican con el argumento fácil de que “importaba sacar al PRI de Los Pinos”, que “no había otra alternativa”. Pero a la vuelta del tiempo son muy pocos los que reconocen que no, que lo importante no era sacar al PRI de Los Pinos, que lo verdaderamente importante era y es construir una legislación electoral capaz de garantizar la competencia democrática y, de manera prioritaria, estimular la cultura democrática como práctica cotidiana entre los ciudadanos.

Hoy el PRI ya no está en el poder presidencial, pero durante todo el gobierno de Vicente Fox siguieron viviendo en Los Pinos la corrupción, los excesos del poder, las pillerías y como antaño salieron “comaladas” de ricos sexenales y se inventaron fortunas al vapor. El problema no era el PRI y tampoco es el PAN o el PRD —en tanto doctrinas partidistas—, sino que el problema está en la cultura de la corrupción y en el estigma de impunidad; dos de los más nocivos enemigos de la democracia.

Revancha y presión

Y por eso proponemos aquí la hipótesis de que el corazón del conflicto que metió a Vicente Fox a un escándalo político, mediático y judicial no sólo está en las presuntas o reales pillerías cometidas por la otrora “pareja presidencial”, y tampoco en el tamaño de los excesos o en lo abultado de la corrupción. No, el verdadero origen del escándalo parece estar en el siempre rentable terreno de lo político. ¿Por qué?

Porque si bien existen evidencias claras de corrupción en la administración de Vicente Fox —las que debieran ser investigadas por las autoridades correspondientes y, en consecuencia, sancionados los responsables—, lo cierto es que cuando el escándalo fue arrastrado a la Cámara de Diputados, cuando se creó una comisión para investigar los presuntos hechos de corrupción de Fox —comisión sin carácter vinculante con el Ministerio Público, sino que en estricto es un tribunal político—, las fuerzas partidistas opositoras al régimen decidieron transitar por el camino de la revancha política, más que por el sendero de la justicia. ¿Por qué la revancha antes que la justicia?

Primero se debe recordar que un amplio sector del perredismo —y de ciudadanos que votaron por los amarillos—, ven en Vicente Fox al artífice del “fraude”. Para todos ellos e incluso para algunos grupos del PRI —en una interpretación lineal, de estricto blanco y negro, que supone que Fox es un moderno Maquiavelo—, el guanajuatense puso todo el peso del Estado a favor del aspirante presidencial de su partido y contra el pretenso de la izquierda. Ese supuesto o real agravio no se podía quedar sin castigo, como no se quedaron sin el castigo de la venganza el IFE y sus consejeros.

Y es que el de Vicente Fox no era y no es el primer caso de un ajuste de cuentas político luego de las elecciones de julio de 2006. Previamente, y mediante la negociación política con el gobierno de Calderón, el PRD y el PRI, convinieron en el Congreso una grosera decapitación del IFE y de su Consejo General, ofrenda con la que calmaron la ira de los dioses de la política. Así, cuando una revista “del corazón” exhibe la floreciente riqueza de los amorosos tórtolos —riqueza, corrupción y excesos que todos o casi todos conocían desde hace años—, los grupos políticos que se dicen agraviados por Fox encontraron el terreno fértil para sus venganzas contra la “pareja presidencial”.

Con argumentos discursivos harto vendibles —porque en efecto, son pocos los que creen en la justicia y muchos los que sospechan impunidad—, el PRD y el PRI privilegiaron al tribunal político que es la Cámara de Diputados por sobre los tribunales judiciales, para iniciar la persecución contra los Fox-Sahagún; todo ello a sabiendas de que las comisiones del Congreso han sido y son “piras políticas en las que de tanto en tanto se quema vivos a los sacrílegos del sistema político mexicano”, más que grupos de trabajo a los que se respete por la eficacia y calidad de su gestión.

Si es poco probable que la justicia del Estado sea capaz de investigar y sancionar a “la pareja”, es menos probable que lo haga una comisión de la Cámara de Diputados. Frente a esa contradicción real, se desprende la gran pregunta del caso. ¿Entonces para qué servirá la comisión de diputados? La respuesta es elemental. Esa comisión es una herramienta política de presión al gobierno de Calderón, en manos de sus opositores; PRD y PRI. Todos saben que de suyo, la comisión de diputados no servirá para “maldita la cosa”, pero también es cierto que ante los ojos de todos ya están echadas las cartas.

Calderón, el verdugo

Es decir, que desde la comisión de diputados que investiga las presuntas pillerías de “la pareja” —comisión que, vale decirlo, es un centro de resonancia política de primer orden—, se envió un mensaje político claro y contundente al gobierno de Felipe Calderón; por la buena o por la mala se deben entregar, en “charola de plata”, las cabezas de Vicente y Marta. El mensajero —cuyo mensaje, por supuesto, no se hizo público—, fue el diputado amarillo Juan Nicasio Guerra. “Que les quede claro”, dijo: “No vamos a permitir que en esta comisión no se encuentre nada contra los Fox”. Al poco entendedor…

Y es que así como ya se entregó a los amarillos y a los tricolores la ofrenda del IFE y de su Consejo General —que según PRD y PRI fue otro de los centros de poder responsables del fraude—, hoy se pretende que el propio Calderón lance a los leones a “la pareja”. No se trata, en estricto, de un acto de justicia, sino de una venganza más.

Por eso la otra gran pregunta, aún sin respuesta, resulta inevitable: ¿son negociables, para el gobierno de Calderón, las cabezas de Vicente y Marta? El Presidente ha dado muestras de un escalofriante pragmatismo, que asusta incluso a sus leales. Pero lo que no está claro es lo que el PRD y el PRI ofrecen a cambio, sobre todo los primeros, los amarillos, que sin duda bailarían de gusto al ver caer en la hoguera la cabeza de su odiado Vicente Fox. ¿Qué pueden dar el PRD y el PRI a cambio? La pregunta es pertinente porque se debe recordar que el escándalo en torno a “la pareja” se mueve más en el tribunal político —que es la Cámara de Diputados—, que en los tribunales judiciales.

Pero la respuesta tampoco admite muchas variantes. Resulta que el PRD y el PRI tienen en el Congreso sus principales cartas, las más valiosas y aquellas con carácter de monedas de cambio. El Congreso, se quiera o no, es una incuestionable fuente de poder en donde curiosamente se procesaron otras cuentas pendientes de la batalla de julio de 2006, como la ley Televisa y la decapitación del IFE. Se antoja difícil que el presidente Calderón decida sacrificar al ex presidente Fox, a “la pareja” y a su claque de nuevos ricos. Pero el asunto no se puede descartar a priori. ¿Por qué?

Porque el gobierno de Calderón vive apenas sus meses iniciales —y aún pueden pasar muchas cosas—; porque el propio Presidente ya dio muestras de que entiende que en el juego del poder todas las cartas cuentan y, por si fuera poco, porque ya dio muestras de que cumple sus acuerdos. Entregó al PRI el gobierno de Yucatán, hoy se podría confirmar que la de Michoacán fue una elección pactada con un sector del PRD; ya hizo su parte para descabezar al IFE y, en el impensable, no sólo contribuyó a echar abajo la ley Televisa, sino que convino con PRD y PRI en dejar fuera de los procesos electorales a los grandes poderes fácticos de televisión y radio. ¿Por qué no sacrificar a Vicente y a Marta?

Hay voces que suponen que el paso siguiente para los estrategas de la casa presidencial será la paciencia. Esperar que en el PRD se resuelva el relevo en su dirigencia y que una vez confirmada la hegemonía de Nueva Izquierda —al tiempo que en el PAN concluye el proceso para echados de su dirigencia nacional a los radicales de derecha que defienden a Fox— se podría abrir un proceso de negociaciones en donde las cabezas de Vicente y Marta serían una rentable moneda de cambio. ¿Cuánto valen esas cabezas? Está claro que valen tanto como una reforma. ¿Cuál? Por lo pronto nadie puede ignorar que Calderón ya dio muestras de que es capaz de sacrificar casi cualquier pieza del ajedrez político, con tal de seguir en el juego. Y hasta pudiera ser el verdugo de Fox, quien en sus tiempos de gloria presidencial trató de aplastar a Calderón. En política todo se paga.

Engaño colectivo

Lo que no queda claro aún es: ¿quién y por dónde van a pescar la punta de la hebra para hacer caer a los Fox? Y es que si está claro que Vicente y Marta incurrieron en excesos y que su claque participó en presuntas pillerías y hechos de corrupción, también es cierto que todas o casi todas las pillerías y excesos en los que habría incurrido “la pareja” eran del dominio público, mucho antes de que una revista “del corazón” exhibiera no sólo el amor de Vicente y Marta “en los tiempos del rancho”, sino los supuestos o reales “lujos” producto de la rapiña sexenal. ¿Por qué se armó el escándalo político, mediático y judicial contra los Fox, a partir de un “refrito” en una revista del corazón? ¿Por qué no antes, o después? ¿Por qué no crear una comisión de diputados o senadores cuando aparecieron por lo menos dos libros sobre esas pillerías y esa riqueza mal habida?

Porque en política, y en las luchas por el poder, hasta para cobrar venganza se debe esperar el momento oportuno. Y el momento llegó. Enderezar una lanzada contra “la pareja” en los tiempos en que aún eran huéspedes de Los Pinos era, por decir lo menos, “políticamente incorrecto”, ya que no reportaba votos y, en sentido contrario, alejaba preferencias. Ahí está el ejemplo del costoso “cállate chachalaca”. Esto sin tomar en cuenta que en tanto presidente, Fox contaba con amplios márgenes de popularidad al tiempo que gozaba del blindaje de impunidad oficial que le daba el cargo. Fox entró al gobierno y salió del mismo seis años después —a pesar de su desaseada y deplorable gestión—, con un nada despreciable bono de popularidad, ya que era visto como un hombre honesto. Pero esa imagen, sin duda alejada de la realidad, sobrevivió a pesar del escándalo del “fraude”, a pesar del propio Fox. Pero bastó un “refrito gráfico” en una revista del corazón —combinada con variables como su protagonismo transexenal, que los supuestos agraviados seguían sedientos de venganza y una pequeña dosis de cuerda mediática—, para que Fox se convirtiera en el monstruo de la corrupción. De pronto todos o casi todos descubrieron horrorizados lo que ya todos o casi todos sabían; Fox no es más que Fox.

Sí, pero falta probar con evidencias y testimonios contundentes, con papeles y documentos oficiales —más allá de fobias y filias, de chabacanas interpretaciones de la riqueza mal habida a partir de un reportaje gráfico, del catalizado rencor social contra la palabra “rico”—, que es cierto todo lo que se dice de Vicente Fox. Por eso es un despropósito que la persecución contra “la pareja” se haga a partir del dicho de un mitómano resentido como Lino Korrodi, que mediante toda clase de trampas legales hizo de Fox un candidato ganador, y que ahora con su sola “palabra” pretenda cobrar agravios. En efecto, Vicente Fox, su esposa, su ambiciosa parentela pueden ser responsables de múltiples pillerías, pero el ex presidente también pudiera ser culpable de muy graves decisiones de Estado que afectaron a las instituciones y a millones de ciudadanos. Esas fallas, más que el circo de las venganzas, serían suficientes para lograr un castigo ejemplar.

aleman2@prodigy.net.mx


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Apasionado del periodismo, así explica el autor su dedicación de más de 10 años a este espacio donde se afana en traducir, aclarar y revelar los entretelones de críptico ámbito que es la política. Su trabajo requiere análisis, conocimiento y paciencia para poner en su lugar las piezas del acertijo. Le intriga también la literatura, aunque asegura que ninguna novela es más interesante que la realidad política.

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